Bienestar animal en engorde a corral
18 Sep, 2019

El empleo de animales para producción de carne implica la responsabilidad de velar por su bienestar en la mayor medida posible. Ello responde a cuestiones éticas y a demandas específicas por parte de los consumidores de carne: los animales deben tener una vida digna y el sacrificio debe ser sin sufrimiento. Además, la investigación ha demostrado que la alimentación, el manejo y el ambiente ejercen un efecto directo sobre la producción y la calidad de la carne.
En Argentina, el engorde de la mayor parte de los terneros inicia con la zafra de marzo/abril y se realiza durante el otoño e invierno. En las regiones con precipitaciones que superan los 700 mm anuales, la tasa de secado de los corrales se ve comprometida y la formación de barro mezclado con estiércol y orina es casi permanente; obligando a los animales a adaptarse para permanecer y producir en esta condición. Además del barro, los animales deben adaptarse al confinamiento, cambio de alimentación y reorganización social. A estos factores también se les agrega el transporte y destete en muchos casos. En estas condiciones disminuye el consumo y ganancia de peso afectando la conversión. Mientras los corrales se encuentran secos, categorías de consumo liviano (340–380 kg) pueden ganar 1,4 kg/cab/día y convertir aprox. 6 kg de ración (MS) en 1 kg de peso vivo. En condiciones de barro el consumo se reduce, los animales ganan 0,4 kg/cab/día y necesitan 10 kg de alimento para producir 1 kg de peso; prolongándose el período de engorde hasta alcanzar el peso y grado de terminación esperado, afectando significativamente el resultado económico.
La mejora del ambiente puede realizarse con la construcción de pendientes y canales para el rápido drenaje de los corrales, el montado de dormideros en altura con disposición permanente de un lugar seco para echarse, la construcción parcial de pisos afirmados, techado de los corrales, o simplemente incrementando la superficie asignada a cada animal en el predio de confinamiento (>80 m2/cabeza). También puede mejorase el confort garantizando el acceso a la comida en todo momento durante el período de engorde. Aumentando el espacio de comederos (40-50 cm/animal) y la frecuencia de suministro (3 a 3 veces en día) o incluso con ofertas a discreción en comederos de autoconsumo. Esta última modalidad de oferta permite disminuir la competencia entre animales y reducir la alternancia en el consumo, reduciendo mermas en la producción y muertes ocasionadas por disturbios digestivos.
El bienestar define el estado de animales con alimentación y manejo adecuados a sus necesidades. Estos gozan de buena salud y se encuentran en equilibrio con el ambiente. Incorporados estos conceptos, se elaboraron las pautas que deben regir el bienestar animal y son mundialmente reconocidas como las «cinco libertades»: deben vivir libres de hambre, sed y temor, poder manifestar su comportamiento natural y estar libres de molestias físicas y enfermedades. En ausencia de bienestar, el estrés surge como una respuesta fisiológica del organismo para compensar los cambios y mantener el equilibrio con el medio exterior. El estrés puede ser momentáneo o crónico y de acuerdo al nivel, afecta el funcionamiento del sistema inmune, respiratorio y digestivo, favoreciendo la presencia de enfermedades y afectando la producción.
Como herramienta para evaluar el bienestar animal en un sistema productivo, pueden medirse variables objetivas de la producción (evolución de peso, consumo, conversión y rendimiento de la canal, morbilidad y mortalidad) y variables subjetivas que indican el confort de los animales (higiene de los animales, frecuencia de consumo, descanso y niveles de competencia por el espacio y alimento).
Cuidando las condiciones en las que se produce el engorde estará cuidando del bienestar de los animales, del ambiente y de los consumidores que eligen comer carne.
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